Un periódico de papel, sin versión digital, The County Highway, consiguió el pasado mes de agosto una entrevista con el denunciante David Grusch donde ofrece nuevos e increíbles detalles de lo que ha descubierto sobre los proyectos clandestinos en torno a los UAPs.
El autor de la entrevista es Walter Kirn, un reconocido escritor, periodista y editor «de la vieja escuela». Un apasionado de los reportajes bien hechos y de la tinta. Este es un resumen del fenomenal artículo.
Walter Kirn se acercó a un pequeño pueblo de montaña en Colorado para hablar durante horas con David Grusch, de 36 años, un exagente de inteligencia, oficial de la Fuerza Aérea, que ha denunciado en el Congreso de los Estados Unidos y ante el inspector general de la comunidad de inteligencia la existencia de proyectos supersecretos de investigación sobre los ovnis que ocultan naves no humanas -y Grusch sabe dónde están– y restos biológicos de sus tripulantes. Grusch asegura que eso es lo que ha descubierto después de cuatro años de investigación oficial en la que se ha entrevistado con 40 testigos.
Grusch no quiere que se sepa dónde vive y acude a la entrevista armado. Explica que durante su investigación se encontró con mucha información parcial y engañosa. Kirn le pregunta sobre los restos biológicos y Grusch insinúa que son cuerpos de «diferentes formas y tamaños», que pertenecen a «grupos o especies» que, en algunos casos, «pueden no gustarse entre sí».
«Las criaturas pueden ser telepáticas, pueden usar formas de camuflaje de alta tecnología, sus naves pueden existir en dimensiones más allá de las cuatro, sus cuerpos pueden ser drones o avatares»
«Durante nuestra larga y sinuosa conversación, Grusch compartió conmigo ciertas nociones privadas sobre el fenómeno de las Inteligencias No Humanas», explica Kirn. «Las criaturas pueden ser telepáticas, pueden usar formas de camuflaje de alta tecnología, sus naves pueden existir en dimensiones más allá de las cuatro, sus cuerpos pueden ser drones o avatares,» relata Kirn, que reproduce las cosas que le contó Grusch.
Grusch predice que quizá dentro de un año podrá revelar muchos más detalles, aunque el proceso puede estar acelerándose: dice que está trabajando entre bastidores en una legislación [se refiere a la Unidentified Anomalous Phenomena UAP Disclosure Act, que formará parte de la Ley de Autorización de Defensa Nacional, que se aprobará el proximo mes de deciembre]. Este nuevo marco legal le debería permitir a él y a otros presentar más pruebas que desembocarán en una nueva era para la humanidad.
Grusch creció en circunstancias difíciles. «A lo largo del caos de mi infancia, gravité hacia Star Trek y los temas militares», dice. «Me fascinaba la astronomía. Cuando era adolescente tenía un telescopio para observar Saturno y varios cúmulos de estrellas. Solía trabajar en el Observatorio Buhl en la universidad (en Pittsburgh, donde estudió Física). Solía ofrecer recorridos nocturnos por el cielo al público. Y solía ayudar a producir espectáculos en el planetario.»
Kirn intenta sacar información concreta a Grusch, peor no lo consigue. «Una vez en el sendero, rodeado de picos de granito que a Grusch le encanta escalar, como un «pasatiempo masoquista», lo presiono para que me dé detalles sobre ‘El Programa’. Es un interrogatorio frustrante».
«Él oscila entre un entusiasmo juvenil por compartir los secretos del cosmos: ‘¡No estamos solos!’. ‘Tal vez seamos como chimpancés para ellos'». A veces guarda silencio al responder a mis preguntas. Cuando le pregunto, por ejemplo, si los ‘seres’ han estado con nosotros desde la antigüedad, mira fijamente una montaña a lo lejos de una manera que encuentro enigmáticamente afirmativa.»
Las personas que conocen los secretos y los ocultan pueden sentirse «los guardianes», dice Grusch en otro momento.
La entrevista entre Grusch y Kirn tuvo lugar el 10 de agosto, día en que The Washington Post publicó un artículo que a su vez citaba otro de The Interceipt que ponía en duda su credibilidad por haber sufrido estrés postraumático, como muchos otros veteranos de Afganistán, por cierto.
Grusch, al que también se ha puesto en duda por ser autista («ligeramente autista», dice él, lo que le ha servido para ser un analista excelente y alcanzar el grado equivalente a coronel en inteligencia), explica que «el programa» sobre los ovnis se ha ocultado dentro de «proyectos negros» y «SAPs» (Programas de Acceso Especial), de manera que muchas personas que trabajan en ellos, en aspectos parciales, ni siquiera conocen los secretos más profundos.
Grusch espera que sus denuncias sirvan para que la humanidad abandone la lucha por dominios feudales. Y Kirn concluye el artículo con su impresión de que Grusch es un joven que no quiere (que no puede) dar marcha atrás.
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