Desde abril de 1977 hasta bien entrado 1978, los habitantes de las islas Colares, en la desembocadura del Amazonas, realizaron cientos de avistamientos de fenómenos extraños hasta el punto de que las autoridades locales reclamaron la intervención de la Fuerza Aérea Brasileña.
El 26 de abril, poco después de la medianoche, cuatro pescadores estaban en su pequeño bote cerca de la isla de los Cangrejos. De repente, una luz intensa se situó sobre ellos y provocó heridas graves en dos de los marineros. Uno de ellos murió. El informe médico oficial atribuyó la muerte a un infarto cerebral.
Se produjeron más incidentes y a partir de junio, los diarios brasileños comenzaron a prestar atención a lo que estaba ocurriendo en este rincón bastante aislado del gran país. Explicaron que algo estaba causando pánico en la población.
Los ovnis eran silenciosos, a menudo resplandecían con una luz roja en el centro y otra verdosa alrededor, se desplazaban a velocidades enormes pero podían detenerse instantáneamente y emitían rayos de luz o bolas de fuego que dañaban a las personas. Las formas eran diversas: muchos tenían el aspecto típico de un ovni, ovalado y con «cúpula» (foto más abajo).
Otros eran alargados como cilindros o presentaban un perfil irregular. A menudo un objeto estaba rodeados de otros más pequeños que se movían a su alrededor.
Muchos testigos afirmaban que los rayos de luz les habían extraído la sangre (por eso los llamaban chupa-chupa) o sufrían de ardor en la piel durante horas. La doctora local, Wellaide Cecim Carvalho de Oliveira declaró, según un informe militar, que los pacientes sufrían crisis nerviosa, debilidad muscular, astenia, mareos, temblores generalizados, quemaduras de primer grado y marcas de microperforaciones en el cuello los hombres y en el pecho las mujeres. La doctora Wellaide llegó a tratar a 40 personas.
Ante la situación de pánico en las poblaciones, varios alcaldes reclamaron la presencia de la Fuerza Aérea que inmediatamente respondió. En octubre se instaló un Comando Aéreo Regional en la isla y enseguida se puso en marcha la Operación Plato (Operaçao Prato). El encargado de dirigir las investigaciones fue el capitán Uyrange Bolívar Soares Nogueira de Holanda Lima.
Los militares consiguieron cientos de fotografías y cuatro vídeos de los ovnis, que, incluso, persiguieron a helicópteros militares. Entrevistaron a cientos de residentes sobre sus encuentros y en algunos casos hubo informes de que los ovnis se sumergían o salían del mar.
La investigación militar duró cuatro meses hasta enero de 1978, aunque los avistamientos se alargaron hasta mayo. Los militares no dieron una explicación a los fenómenos observados.
En 1985 y 1991, revistas ufológicas brasileñas consiguieron alguna documentación de la operación militar.
En 1997, el por entonces coronel De Hollanda Lima, ya en la reserva, concedió una entrevista a los investigadores José Gevaerd y Marco Antonio Petit.
El coronel reconoció que había entrevistado a muchas personas con heridas. Curiosamente, los rayos que supuestamente chupaban la sangre se dirigían con precisión en muchos casos al pecho izquierdo en las mujeres y al brazo o la pierna izquierdos en los hombres, según De Holanda Lima. También aseguró que había visto naves cilíndricas de 30 pisos de altura a menos de 100 metros de distancia.
Cuatro meses después de esta entrevista, el capitán se suicidó, ahorcándose con el cinturón de su bata. Según los entrevistadores, sufría de depresión y ya había cometido tres tentativas anteriores para acabar con su vida.
En 2008 y 2009, las peticiones a través de la ley de transparencia brasileña consiguieron que se desclasificara un gran volumen de documentos. Esta documentación fue incluida en la base de datos creada por Jacques Vallée para el Pentágono dentro del proyecto secreto de investigación ovni AAWSAP (Programa de Aplicaciones de Sistemas Avanzados de Armamento Aeroespacial), precursor del igualmente secreto Programa de identificación de amenazas aeroespaciales avanzadas (AATIP), dirigido por Lue Elizondo.
En 2009, el programa AAWSAP de los Estados Unidos envió dos equipos a Brasil. Uno entrevistó a todos los testigos que fue posible y recogió la documentación publicada (incluido el libro de Bob Pratt, Ufo Danger Zone) mientras que el otro se comunicó con las autoridades políticas y militares en Brasilia.
El doctor Colm Kelleher y el ingeniero James Lacatsky, que dirigieron el programa AAWSAP, han mencionado en varias ocasiones el caso Colares como ejemplo de los daños que el fenómeno ovni puede producir en los seres humanos.
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