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Antigravedad: de la obsesión científica al enigma de los UAPs

by Dr. Ribo
3 de septiembre de 2025
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La gravedad, entendida desde Einstein como la curvatura del espacio-tiempo, es un pilar de la física moderna. Sin embargo, desde hace un siglo persiste la idea de poder controlarla: la llamada antigravedad. Aunque nunca se ha demostrado experimentalmente, ha atraído inversiones privadas y públicas, y podría conectar con los fenómenos aéreos no identificados (UAPs).

Propulsión convencional vs. antigravedad y un pequeño repaso de física

La propulsión es el conjunto de fuerzas y mecanismos destinados a impulsar un cuerpo en un medio (aire, agua, espacio, tierra, etc.), generando un movimiento controlado hacia una dirección determinada. Podemos considerar tres tipos:

  • Propulsión química (cohetes)
  • Propulsión eléctrica (ion drives)
  • Propulsión nuclear (en desarrollo)

Estas técnicas manipulan masa como propelente por el principio de acción-reacción.

La antigravedad como medio de propulsión propone un cambio radical: desplazar objetos dominando el espacio-tiempo en sí mismo, sin usar masa como empuje, o suprimiendo un componente de la física clásica: la masa inercial. Esta es la propiedad de un cuerpo que mide su resistencia a cambiar de estado de movimiento cuando se le aplica una fuerza. Aparece en la segunda ley de Newton:

F = mi x a (la fuerza es igual a la masa inercial por la aceleración)

La mi (masa inercial) es un concepto distinto de la masa gravitatoria, que es la que aparece en la ley de gravitación universal. La equivalencia entre masa inercial y masa gravitatoria es uno de los pilares de la Relatividad General de Einstein (principio de equivalencia).

Por tanto, la masa inercial es el freno natural al movimiento, porque mide cuánto cuesta acelerar un cuerpo. En el contexto de la antigravedad, si se lograra manipular o anular la masa inercial (sin afectar la estructura del objeto), éste podría moverse sin el lastre de la gravedad ni de la inercia.

Antigravedad y UAPs

El artículo Glowing Auras and ‘Black Money’: The Pentagon’s Mysterious U.F.O. Program, de Kean, Blumenthal y Cooper, en The New York Times (2017) con los vídeos del Pentágono (Gimbal, GoFast, TicTac) sacó a la luz maniobras de UAPs que desafían la física convencional: giros instantáneos, ascensos/frenazos abruptos y ausencia de estelas.

El físico Kevin Knuth, profesor asociado en la Universidad de Albany, estudió estas maniobras en su paper Estimating Flight Characteristics of Anomalous Unidentified Aerial Vehicles (AIAA 2019), llegando a estimar aceleraciones de hasta 5.000 g y velocidades por encima de Mach 30 —una realidad física que solo una manipulación del espacio-tiempo podría explicar. ¿Podrían la antigravedad o la manipulación del espacio-tiempo explicar estos comportamientos? Hagamos un repaso de lo que se ha postulado hasta ahora.

Cronología extendida de la investigación en antigravedad

1940s: Programas secretos nazis y rumores iniciales

Bajo la dirección del ingeniero y oficial de las SS Hans Kammler, se desarrollaron proyectos de armas avanzadas (Wunderwaffe) que incluyeron los cohetes V-2, aviones a reacción y presuntos discos voladores.

Ingenieros como Rudolf Schriever (prototipos discoidales probados en Praga en 1945), Viktor Schauberger (teórico del motor implosivo con aire y agua en rotación) y Richard Miethe (trabajos en alta tensión aplicados a discos voladores) estuvieron implicados.

El supuesto proyecto Die Glocke (“La Campana”), asociado al programa Kronos, fue un experimento con campos torsionales y dilatación temporal, con participación del físico Walter Gerlach y científicos de las SS. No se han encontrado pruebas, pero si una instalación de hormigón armado circular muy misteriosa.

Según el testimonio transmitido por John Warner IV, Paul Mellon y Allen Dulles (que sería el futuro director de la CIA) habrían visto al final de la guerra en Checoslovaquia un disco volante alemán en un hangar que no era un simple prototipo con motores BMW, sino un diseño más avanzado.

Tras el fin de la guerra, EE.UU. puso en marcha la Operación Paperclip para trasladar a su territorio a científicos nazis especializados en cohetes, aeronáutica y física avanzada. Entre ellos destacó Werner von Braun, exresponsable del V-2 en Peenemünde, que se convirtió en figura clave del programa espacial estadounidense y de la NASA, liderando el desarrollo del cohete Saturno V que llevó al hombre a la Luna.

1920s–1950s: Los inicios, Babson y la Gravity Research Foundation

En 1956, grandes corporaciones como Lear, Bell, Convair y Martin Corporation afirmaban públicamente que esperaban desarrollar motores antigravitatorios en pocos años.

George S. Trimble, vicepresidente de Martin, llegó a decir que el control de la gravedad podría lograrse en un plazo similar al desarrollo de la bomba atómica. Poco después, el entusiasmo desapareció y el tema se volvió tabú.

En las décadas de entreguerras, el millonario estadounidense Roger Babson (fundador del Babson College) creó la Gravity Research Foundation (1948) motivado por la obsesión personal de “vencer a la gravedad” —una fuerza a la que culpaba de la muerte de su hermana ahogada.

La fundación repartió premios y becas, atrayendo a físicos de renombre como Stephen Hawking, Bryce DeWitt y otros que llegaron a presentar ensayos en el concurso anual.

En paralelo, el industrial Agnew Bahnson financió laboratorios privados en Carolina del Norte, donde se experimentaba con supuestas tecnologías antigravitatorias, grabando incluso videos de prototipos. Estos esfuerzos combinaban ciencia seria con un toque de misticismo tecnológico.

1960s–1980s: Electrogravitics y la Guerra Fría

Thomas Townsend Brown
Thomas Townsend Brown

Durante este periodo, algunos periodistas como Nick Cook, editor de aviación en la revista británica de defensa Jane’s Defence Weekly del grupo Jane’s Information Group, comenzaron a investigar las huellas de programas ocultos. Cook descubrió el silencio forzado de ejecutivos como Trimble y rastreó posibles conexiones con programas secretos.

Durante la Guerra Fría, aparecieron rumores de proyectos secretos militares como el Electrogravitics, atribuido a investigaciones en torno al efecto Biefeld–Brown. Según su creador, Thomas Townsend Brown, era posible generar empuje eléctrico en capacitores de alto voltaje.

El interés militar inicial (documentos de la USAF de 1956 desclasificados décadas después) se desinfló cuando se comprobó que se trataba simplemente de empuje iónico en aire, sin relación con la gravedad.

Sin embargo, la idea de una propulsión revolucionaria vinculada a la manipulación del campo gravitatorio siguió presente en círculos aeronáuticos.

1990s: Los superconductores de Podkletnov y Ning Li

Air Force B2 Spirit

Nick Cook entrevistó a científicos e ingenieros de la industria aeroespacial, como Boyd Bushman, que mencionaban abiertamente la investigación en antigravedad.

Se popularizó la sospecha de que tecnologías electrostáticas derivadas del trabajo de Townsend Brown podrían haberse aplicado al bombardero B-2 Spirit.

En 1992, el físico ruso Eugene Podkletnov publicó un artículo (luego retirado) afirmando haber creado una “pantalla gravitatoria” usando superconductores en rotación. El experimento sugería una reducción del peso en objetos suspendidos. Aunque nunca pudo reproducirse, el caso generó gran repercusión mediática.

En paralelo, la científica Ning Li, en la Universidad de Alabama en Huntsville, propuso junto con Douglas Torr un modelo teórico de “gravitomagnetismo” en superconductores. Incluso se informó que el Departamento de Defensa mostró interés en sus trabajos.

Ambas líneas de investigación se diluyeron por falta de replicabilidad, pero dejaron huella en la cultura de la “antigravedad científica”.

2000s: Programas oficiales de propulsión avanzada

Persistieron rumores sobre aeronaves experimentales como el Aurora (hipersónico Mach 5) y un supuesto proyecto de Lockheed denominado Astra.

La NASA Breakthrough Propulsion Physics Program (BPP), liderada por Marc Millis, exploró en los años 2000 conceptos como warp drives (motores de curvatura que pliegan el espacio-tiempo), propulsión de masa negativa y energía de punto cero. Aunque se cerró en 2002 sin logros prácticos, dejó un legado de publicaciones serias.

En Europa, Martin Tajmar y Orfeu Bertolami realizaron experimentos en Austria y Portugal sobre posibles anomalías gravitacionales en superconductores y giroscopios. Algunos resultados iniciales parecían sugerir efectos extraños, pero fueron cuestionados y no se reprodujeron en laboratorios independientes.

2010s: AAWSAP, Bigelow y los informes FOIA

En este periodo resurgió el interés en el legado del libro de Cook The Hunt for Zero Point, consolidando la narrativa de que la antigravedad fue explorada seriamente en el pasado y probablemente continuaba en programas secretos.

Los documentos desclasificados por FOIA (Freedom of Information Act) en 2018 revelaron que la DIA (Defense Intelligence Agency) financió, a través del programa AAWSAP (Advanced Aerospace Weapon System Applications Program), una serie de 30 Defense Intelligence Reference Documents (DIRDs). Esto demuestra que se destinaron recursos públicos a explorar estas fronteras.

Muchos de estos textos, elaborados por investigadores como Hal Puthoff, Eric Davis y otros, exploraban la antigravedad, los warp drives, los agujeros de gusano y los materiales exóticos.

El contrato se gestionó mediante Robert Bigelow y su empresa BAASS (Bigelow Aerospace Advanced Space Studies), que actuó como puente entre el Pentágono y la investigación privada en UAPs y física exótica.

En conclusión, estos documentos muestran que EE.UU. destinó dinero público a investigar seriamente tecnologías “casi de ciencia ficción” sin supervisión por parte del Congreso.

2020s: Renacimiento y discusión abierta

En los últimos años, investigadores como Martin Tajmar han seguido explorando efectos gravitacionales marginales, mientras conferencias como SSI Estes Park mantienen vivo el debate sobre la propulsión avanzada.

El divulgador Curt Jaimungal, en su canal Theories of Everything, ha reunido voces como las del matemático Eric Weinstein y el físico Hal Puthoff en debates públicos sobre la posibilidad de que los UAPs estén revelando una nueva física aún incomprendida. Por otra parte, Kevin Knut ha participado en congresos como el de la Scientific Coalition for UAP Studies (SCU) y en el UAPx, un proyecto independiente para recolectar datos instrumentales sobre fenómenos aéreos. Ha señalado recientemente en una entrevista que algunos investigadores que conoce fueron amenazados o desalentados al indagar en la antigravedad, sugiriendo presiones externas.

Las afirmaciones de Bob Lazar

Bob Lazar. (c) JKLC Productions

En paralelo a los estudios académicos y gubernamentales, el físico autodidacta Bob Lazar afirmó en 1989 haber trabajado en el Área 51, dentro de un supuesto programa de ingeniería reversa de naves no humanas. Según su testimonio, estas naves empleaban reactores basados en un elemento exótico, el ‘elemento 115’, para generar un campo gravitacional que les permitía realizar maniobras imposibles para la tecnología humana.

Aunque sus declaraciones son muy controvertidas y carecen de pruebas verificables, siguen siendo un referente en la cultura popular y han reforzado la asociación entre UAPs y tecnologías antigravitatorias. Estas afirmaciones continúan alimentando la narrativa de que detrás del fenómeno UAP podría existir una nueva física aún desconocida.

Conclusión

Aunque ninguna evidencia experimental ha validado la antigravedad de manera pública y notoria, su influencia ha permeado campos clave como la relatividad y la física cuántica. Se han destinado partidas presupuestarias de defensa, sin supervisión parlamentaria, a la investigación.

Al parecer, algo se cuece entre bambalinas sobre esta posibilidad. Hoy, su eco resuena en debates sobre UAPs y tecnología disruptiva, con respaldo tanto en el ámbito científico como en documentos oficiales. El legado de Robert Bigelow y las afirmaciones de Bob Lazar muestran que la frontera entre ciencia, especulación y secreto sigue siendo difusa.

Referencias

Einstein, A. (1916). The Foundation of the General Theory of Relativity. Annalen der Physik.
Kean, L., Blumenthal, R., & Cooper, H. (2017). Glowing Auras and ‘Black Money’: The Pentagon’s Mysterious U.F.O. Program. The New York Times.
Knuth, K. H. (2019). Estimating Flight Characteristics of Anomalous Unidentified Aerial Vehicles. AIAA SciTech Forum, AIAA 2019-0728.
Podkletnov, E. (1992). Weak gravitational shielding properties of composite bulk YBa2Cu3O7−x superconductor below 70 K under e.m. field. Physica C (preprint).
Tajmar, M., & de Matos, C. J. (2003). Gravitomagnetic Field of a Rotating Superconductor and of a Rotating Superfluid. Physica C.
U.S. Defense Intelligence Agency (2010). Defense Intelligence Reference Documents (DIRDs). Released under FOIA (2018).
EarthTech International. (2020). Harold E. Puthoff – Biography. Disponible en: https://earthtech.org/
Weinstein, E. (2021). Entrevistas en Theories of Everything with Curt Jaimungal (YouTube).
Lazar, B. (1989). Testimonio público sobre supuesta ingeniería reversa en S-4, Área 51. Diversas entrevistas y documentales.
Cook, N. (2001). The Hunt for Zero Point: Inside the Classified World of Antigravity Technology. Arrow Books.
American Alchemy (2023). Antigravity: Aerospace’s Secret Search (ft. Nick Cook). 

Tags: tecnología

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